Tuesday, November 20, 2007

Techos de chapa, madera y caravanas, el hogar de muchas familias en España


Tienen techo y cuatro paredes, pero de chapa, cartón o madera. Son las numerosas familias que en toda España viven en asentamientos y chabolas sin agua ni luz y que, en algunos casos, cuentan con el apoyo de entidades sociales.
Acceder a una vivienda digna. Es el sueño que comparten miles de personas en el Estado español. Muchas se han organizado en grupos como V de Vivienda y salen a la calle a manifestarse para pedir políticas de acceso a la vivienda más inclusivas. Otros están también en la calle pero se les ve menos: son las 30.000 personas que, según diversas entidades sociales, viven en la calle en España.
Y luego hay otras situaciones si cabe aún más invisibles, como la de las familias que en varias ciudades del Estado viven en chabolas y asentamientos donde no tienen servicios básicos como agua potable o electricidad. Explicamos la realidad de algunos de estos campamentos con infraviviendas y la labor que varias entidades llevan a cabo junto a sus pobladores.
Atención integral en Valencia y Alicante. Para elaborar su memoria sobre las actividades realizadas en 2006, Cáritas Valencia preguntó entre otras cosas a sus parroquias de las provincias de Valencia y Alicante cuál era la situación en cuanto a infravivienda: 17 de ellas contestaron que existían chabolas en su demarcación parroquial. Los asentamientos se encuentran en ciudades como Valencia y su área metropolitana, Sagunto y Alcoy.
Se trata de familias que viven allá “desde hace años”, sin agua ni luz, con servicios básicos como la educación y su tarjeta sanitaria pero sin otras prestaciones como el alcantarillado, explica Nuria Baeza, de Cáritas Valencia. Para apoyar a estas familias, esta entidad les ofrece ayudas económicas que van acompañadas de un apoyo “integral” que mira cuáles son las causas de esta pobreza y va “más allá del asistencialismo”.
Para mejorar su situación, dice Nuria Baeza, deberían cambiar varias cosas, como la política de Vivienda y de Bienestar Social que impulsa el Ayuntamiento valenciano. Según Cáritas, el gobierno local “ha recortado los recursos económicos a estas personas en beneficio a otros eventos” y la política de vivienda de los últimos años es “ridícula y no hace fácil ni accesible el acceso a una vivienda”.
Asentamiento de chabolas en Penamoa (A Coruña). Cada lunes por la mañana, un equipo de Médicos del Mundo en A Coruña se traslada hasta la entrada del poblado chabolista de Penamoa.
A este lugar llegan cada día decenas de personas a comprar o vender droga y, por eso, entidades como Médicos del Mundo y el colectivo local Moucho tienen en marcha programas de reducción de daños y de intercambio de jeringuillas.
Las dos entidades trabajan en la entrada del poblado y explican que casi todos sus usuarios son gente de varias partes de la ciudad, que se traslada a ese lugar sólo para comprar y consumir la droga.
Sin embargo, desde su cercanía, estas dos entidades explican que en Penamoa viven hombres, mujeres y niños en exclusión social, que suelen vivir de lo que ganan vendiendo chatarra o de la venta ambulante y que no cuentan con servicios básicos. A esto se suma su situación incierta, ya el Gobierno local aprobó el pasado mes de junio la expropiación del terreno para construir la tercera ronda.

Vivir en caravanas y camiones. “Queremos un sitio donde vivir.” Es lo que decían hace unos meses 25 familias antes de ser desalojadas del solar que ocupaban para vivir en Barcelona. Ahora estas familias se han dispersado y han aparcado sus camiones y caravanas en varios lugares del barrio de Poble Nou de la ciudad.
En total hay entre 60 y 70 familias que llegaron a Barcelona hace diez años de Galicia y Portugal; la mayoría vive de la recogida y venta de chatarra y en los campamentos ninguna cuenta con servicios básicos como letrinas.
La asociación Amigos del Movimiento Cuarto Mundo en Cataluña las apoya a través de acompañamiento a las familias y actividades para los más pequeños, como el refuerzo escolar y actividades de ocio para que los niños y niñas tengan un espacio digno donde jugar.
La realidad de la Cañada Real se hace visible. Hace unos días, la invisibilidad en la que suelen vivir las familias que habitan chabolas e infraviviendas en asentamientos se truncó y en todos los medios se recogieron imágenes de la Cañada Real Galiana en Madrid. A lo largo de quince kilómetros, las chabolas se suceden en esta zona y acogen sobre todo a población magrebí y de países del Este; en total viven unas 30.000 personas entre hombre, mujeres y niños.
En varios medios explicaban como un grupo de voluntarios y religiosos de la parroquia de Santo Domingo de la Calzada apoyaban estos días a las familias desalojadas, y como el párroco de la iglesia San Carlos Borromeo, Javier Baeza, pedía al Ayuntamiento soluciones para estas personas y más recursos para que no tengan que vivir como lo hacen, sin luz ni agua corriente.
Según datos de la Administración, el año pasado en la Comunidad de Madrid 5.000 personas vivían en chabolas y asentamientos informales, la mayoría de ellas en la capital. Algunas de estas familias tienen el apoyo de entidades como Cáritas, que tiene en marcha programas de intervención integral en varios poblados. Desde la Comunidad de Madrid, además, el Instituto de Realojamiento e Integración Social (IRIS) trabaja desde hace una década exclusivamente cuestiones de chabolismo e infravivienda y cuenta con programas de apoyo a acceso a la vivienda y de intervención social.