Friday, February 08, 2008

Ropa Amiga, ejemplo de cómo un proyecto se convierte en cooperativa y avanza en sostenibilidad


Desde 2002, el proyecto Ropa Amiga impulsado por Un Sol Món, Aires y Cáritas ha apoyado la inclusión laboral de 75 personas y recogido 33.000 toneladas de ropa. Ahora se convierte en cooperativa para seguir trabajando de forma autónoma.

Recoger la ropa que todos y todas ya no queremos, arreglarla para poder darle un segundo uso, desechar la que no sirve de una manera sostenible y aprovechar todo este proceso para fomentar la inclusión laboral de personas en situación desfavorecida. Con ese objetivo la Fundación Un Sol Món, la plataforma de entidades de inserción Aires y Cáritas pusieron en marcha en 2001 el programa Ropa Amiga. La iniciativa empezó en Cataluña y, aunque todavía centra la mayoría de sus esfuerzos en esta zona, desde 2005 también existe en Madrid y desde el año pasado en la Comunidad Valenciana.

La idea del proyecto era aprovechar la recogida y la recuperación de residuos textiles para crear empleo. En los últimos cinco años, unas 200 personas han entrado en los itinerarios de inclusión sociolaboral de Ropa Amiga.

Se trata de personas que han tenido problemas de alcohol o drogodependencias, mujeres que no han tenido oportunidad de acceder a una formación, personas en paro desde hace tiempo… todas ellas han participado en tareas como la recogida de ropa de los contenedores, la clasificación de la ropa y su empaquetado o la atención al público en las tiendas. Después de participar en estos circuitos, la mayoría ha encontrado trabajo en el mercado laboral ordinario.

En todo este tiempo, el programa ha recogido 33.000 toneladas de ropa utilizada, una cifra todavía pequeña si se tiene en cuenta que sólo en Cataluña, por ejemplo, cada ciudadano genera al año siete kilos de ropa usada, lo que significa 50.000 toneladas anuales. De ellas, entre el 25% y el 30% se recupera para ser recicladas, apunta el presidente de Roba Amiga, Josep Maria Elvira.

De las 33.000 toneladas que el proyecto ha recogido en los últimos cinco años, el 10% finalmente se recuperó y se vendió en las tiendas que, con el nombre de Moda Amiga, tiene en marcha el proyecto; el 30% se exportó a países del Sur (de manera indirecta, a países africanos a través de Marruecos y a América Latina y la India); el 5% se recicló para convertirse en trapos y venderlo a la industria, y el 55% se llevó al vertedero.

Cooperativa para una moda inclusiva

Con estos resultados conseguidos, ahora el programa Ropa Amiga se ha convertido en cooperativa. En esta nueva etapa estará formada por seis empresas de inserción adheridas a la plataforma Aires, mientras que Fundación Un Sol Món pasa de tenerla como programa propio a darle apoyo a través de su programa Capital de Inclusión, que selecciona proyectos con impacto social y viabilidad económica. La Agencia de Residuos de Cataluña y más de 225 ayuntamientos también colaboran.

En total, la cooperativa cuenta con una red de más de 900 contenedores de recogida de ropa. El proceso empieza cuando cualquier persona deposita la ropa que ya no quiere en uno de estos contenedores. A partir de ahí, se separan las prendas que pueden reutilizarse de las que no, y las que sí que podrán tener un segundo uso se arreglan para luego llegar a las tiendas de Moda Amiga repartidas por Cataluña, Madrid y Alicante y para ser enviadas a países del sur.

Como señalan desde Ropa Amiga, recuperar las prendas de segunda mano es una “estrategia clave” para la cooperativa, ya que supone “mejorar el financiamiento y la sostenibilidad económica” del proyecto, además de ofrecer trabajo “estable” y oportunidades de formación laboral a muchas personas. Si en 2007, del total de 225 puestos de trabajo creados por Ropa Amiga 120 se dirigían exclusivamente a personas en riesgo de exclusión; durante los próximos años la cifra pretende aumentar hasta llegar a los 315 puestos de trabajo, con 175 específicos de inclusión.

El reto: crear una planta de reciclaje de residuos textiles

A este reto de carácter social, la cooperativa Ropa Amiga añade otro: crear una planta de reciclaje de residuos textiles. El objetivo, explica, sería “minimizar el residuo que va a parar a tratamientos finalistas”, es decir, que un porcentaje menor de la ropa que se recoge acabe en los vertederos. Si las fibras textiles se trataran en una planta de estas características, de su reciclaje saldrían nuevos productos como aislantes para la construcción y rellenos de colchones.

Según Ropa Amiga, además, con una planta de reciclaje de residuos textiles se mejoraría el rendimiento actual. Así, el 10% se recuperaría y vendería en las tiendas de Moda Amiga, el 30% se seguiría exportando a países del sur, el 20% se podría reciclar para hacer trapos para la industria, el 30% se utilizaría para rellenar asientos de vehículos y elaborar aislantes para la construcción, y sólo un 10% se rechazaría y acabaría en vertederos.